La justicia del Ninja: Un clásico con Franco Nero

Era mi gran fantasía de niño.

Yo quería ser ninja!

Esa era mi respuesta cuando era chico y me preguntaban qué quería ser cuando fuera grande.

Siempre me fascinaron estos personajes que a fines de los ´80 se pusieron de moda en Occidente. Cualquier cosa que apareciera con ellos me interesaba.

En el antiguo Japón los ninjas eran un grupo de elite, integrado por peligrosos mercenarios que estaban entrenados para llevar a cabo tareas de espionaje, asesinatos, reconocimiento de territorio y sabotaje.

Los guerreros se especializaban en el arte del ninjitsu o shinobi -jutsu, que es el nombre con el que se conoce al arte marcial japonés del espionaje.

He leido mucho sobre estos fascinantes personajes y lo más apasionante es que después de tantos años, en el siglo 21, quedan muchas cosas por descubrir sobre ellos.

El origen de los ninjas es un tema que todavía se discute entre los historiadores. Se cree que como organización surgieron en el Japón feudal del siglo 14 pero sus actividades se remontan muchísimos años atrás.

El líder guerrero chino Sun Tszu ya los mencionaba en el año 500 antes de Cristo cuando escribió esa obra maestra llamada «El arte de la guerra«, un libro sobre estrategia militar que también se puede aplicar en otros aspectos de la vida, sobre el que pronto escribiré.

En el último capítulo de la obra que se centra en el uso de espías, se puede encontrar la primer referencia a estas clase de guerreros especializados en el espionaje.

En la cultura occidental los ninjas cobraron fuerza en el entretenimiento gracias a un grosso llamado Sho Kosugi. Este actor especializado en el arte del ninjitsu hizo popular a estos mercenarios  a comienzos de los ´80 con una serie de películas que hoy son tremendos clásicos dentro del género de acción.

Ya había escrito sobre Sho cuando hice la nota sobre la serie Maestro Ninja con Lee Van Cleef que fue un éxito tremendo en nuestro país.

Durante las próximas semanas me voy a dedicar a reseñar la trilogía que hizo popular a los ninjas en esta región del mundo y una joyita reciente, filmada en el 2002, que no tiene desperdicio.

Si bien en esta trilogía las historias no tienen relación,  los elementos que las unen son el protagonismo de los ninjas y la actuación de Sho Kosugi.

El director israelí Menahem Golam, uno de los grandes maestros supremos del cine clase B junto con Roger Corman, fue el pionero en traer a los ninjas al cine occidental.

Golam fue responsable de muchísmos filmes de bajo presupuesto protagonizados por Silvester Stallone, Jean Claude Van Damme, Chuck Norris, Sean Connery y Charles Bronson.

Así como le fue bien con la acción, también tengo que decirlo, fue el responsable de fracasos como Superman 4, Capitán América y He-Man y los Amos del Universo.

La Justicia del Ninja (Enter the Ninja), de 1981, reunió a dos grosso del cine: El Gran Franco Nero (Django) y Sho Kosugi en su debut en la pantalla grande.

El film narra la historia de Cole (Nero), un veterano de la guerra de Vietnam, quien tras terminar sus estudios de ninjitsu en Japón, viaja a la ciudad de Manila, en la República de Filipinas, donde un amigo, compañero de la guerra vive con su esposa y tiene unos campos.

Al llegar al lugar Franco descubre que la pareja es amenazada por un mafioso que quiere apoderarse de las tierras y de esa manera se pudre todo.

El matrimonio no tiene una buena relación y esto va derivar en que la chica del film, Susan George (reconocida actriz del cásico de Sam Peckimpah, Los perros de paja), tenga una relación con Django.

Es loco porque en realidad los ninjas aparecen al principio y al final de la película. Como en ese momento el concepto de estos guerreros japoneses era desconocido en esta parte del mundo, el director se encargó de presentarlos a la vez que los usó con moderación.

Los primeros  15 minutos del film no tienen diálogo y es una larga secuencia de acción. En ese momento se narra la prueba final que atravieza Franco Nero para convertirse en un maestro ninja.

Es muy gracioso porque el tipo usa un traje blanco que es lo peor que podría tener para camuflarse en la selva o en la noche.

Sho Kusugi, quien no acepta que un americano se convierta en maestro de ninjitsu y viste su clásico uniforme negro, es el enemigo del protagonista.

Kosugi de malo es lo más!

Nero en esta película tiene un look muuuy parecido a Chuck Norris y gran parte de las secuencias de acción las hace sin el uniforme ninja.

Hacia el final cuando se pudre todo usa el ridículo traje blanco otra vez para el duelo final con Kosugi. Si bien la película no es una obra suprema del género de acción, el director presentó muy bien la cultura ninja que en 1981 era totalmente desconocida en el cine occidental.

Lo que me encanta de este film es que Nero actúa como si estuviera trabajando en una adaptación de Hamlet y uno no puede dejar de quererlo por  eso.

La película pese a no ser un super éxito taquillero recaudó la plata suficiente para generar la producción de dos filmes más de la productora Cannon con Sho Kosugi que lo convirtieron en una estrella de cine.

En diciembre podremos ver a Sho en su gran regreso a la pantalla grande en la nueva producción de los Hermanos Wachowski, Ninja Assasin. Pueden ver el trailer acá.

En La justicia del Ninja tenés todos los elementos que caracterizan a la historias de estos guerreros, donde no faltan la decapitaciones, los shuriken, sables,  bombas de humos y combates cuerpo a cuerpo.

La escena final de Franco Nero es maravillosa. Si te gustan los ninjas y los  filmes de Nero es imposible que te aburras con este clásico de las malas que divierten.