Primal: La nueva serie de Genndy Tartakovsky

Genndy Tartakovsky es para mí el más grande realizador que surgió en el campo de la animación norteamericana en los últimos 30 años.

Su nombre lo asocio directamente con obras de calidad que tienden a marcar la diferencia sobre el resto de las propuestas que se ofrecen,.

Soy muy fan de sus obras desde que empezó su carrera como director en la brillante 2 perros tontos y luego obviamente con El laboratorio de Dexter, Las chicas superpoderosas, esa genialidad que fue Samurai Jack y la subestimada Sym Bionic Titan.

Todavía no pasó la tristeza por el hecho que su película de Popeye, prócer de la animación, se cancelara en el estudio Sony.

Luego de dirigir la trilogía de Hotel Tansylvania, su obra más mainstream, este año regresó con lo que es probablemente una de las mejores labores de su filmografía.

Primal es mucho más que una buena serie de animación, frente a las cosas que se hacen en la actualidad califica como un oasis en un desierto de mediocridad.

Se trata de una propuesta para adultos que se desarrolla en la era Prehistoria y se centra en el curioso vínculo que se gesta entre un hombre cavernario que perdió a toda su familia en una tragedia y una dinosaurio.

El argumento se desarrolla en un momento muy específico donde el hombre primitivo empezaba a evolucionar y los dinosaurios comenzaban a extinguirse.

Primal es una propuesta muy especial por el hecho que Tartakovsky le da un cachetazo  al estilo de animación que prima en estos días.

Todo se centra en el humor estúpido con esos diseños horrendos de personajes que parecen realizados por un chico de cinco años y un ritmo hiperquinético en la narrativa que resulta agotador.

Al menos para quienes crecimos con otro tipo de animación, cuesta engancharse con esa clase de propuestas.

En una entrevista que leí hace poco Genndy comentó que le resulta imposible sentarse a ver una serie de la actualidad porque no se puede relajar, ya que los personajes se la pasan gritando y sumado a la música ruidosa, el programa resulta abrumador para los sentidos.

Una descripción con la que nos podemos identificar fácilmente, motivo por el cual en lo personal tampoco me gustan la gran mayoría de las cosas que se hacen en la actualidad, especialmente en Estados Unidos.

Primal claramente propone un espectáculo que va a contramano con el ritmo frenético y esa tontería en los argumentos que terminó por cansar.

Una característica de esta producción es que el director desarrolla la trama sin diálogos a través de una narrativa pausada donde los silencios juegan un papel fundamental.

Técnicamente se planta a contramano de todo lo que se se hace actualmente en Occidente y ofrece un retrato más solemne de los personajes y el tratamiento del conflicto.

Eso no significa que sea aburrida o lenta.

Por el contrario, el relato nos transporta en el tiempo a ese período histórico donde la supervivencia era un experiencia cotidiana brutal, otro aspecto de Primal que me gustó mucho.

Las secuencias de acción son extremadamente violentas, con un alto contenido de gore, pero no es un espectáculo gratuito para llamar la atención sino que se relaciona con el contexto en el que se mueven los personajes.

El estilo de animación tiene la impronta estética de Tartakovsky con un trabajo formidable en la recreación de los escenarios que rescata la belleza del arte tradicional.

Hasta el momento se emitieron cinco episodios y se espera que durante este año la serie se complete con otros cinco capítulos.

Una gran recomendación dentro de este género que sobresale entre las mejores cosas que surgieron en el último tiempo.