Herencia siniestra
Herencia siniestra es una inusual propuesta de Portugal cuya producción cinematográfica no suele gestar títulos del cine de terror que consigan a menudo distribución internacional.
En este caso nos encontramos ante una película que trae al recuerdo esos relatos macabros y pervertidos que en los años ´80 solían dirigir Stuart Gordon (Castle Freak) o Joe D´Amato (Demencia).
Títulos retorcidos que hoy resultan irremontables para la sociedad del 2024 lobotomizada por la corrección política.
Salvo por esa clase de freaks que pueden surgir cada tanto, como Julia Ducurmau (Titane) o algún japonés marginal que se atreven a desafiar las fórmulas comerciales, la mayoría de los realizadores (muy especialmente en Hollywood) no suelen explorar estos territorios ya que las películas después tienen problemas para conseguir distribución.
En este contexto el relato de conspiraciones incestuosas que propone el realizador Gabriel Abrantes tiene la intención de ofrecer el tipo de film que nunca vamos a encontrar en un producto de la compañía Blumhouse.
Inclusive la estética retro de los afiches juega también con la idea de evocar el cine europeo de los ´80.
El film de Abrantes incorpora también elementos del horror folclórico que encuentra su fuente en los viejos cuentos de hadas cuyo contenido no suele ser apropiado para los niños.
Con una cuidada puesta en escena y un buen reparto de actores, donde se roba el espectáculo Alba Baptista, en el rol de villana, el film resulta una propuesta decepcionante debido al exceso de cautela que toma el director para abordar el contenido.
Queda la impresión que el mismo material en manos de un realizador como Ti West (Pearl) hubiera sido mucho más interesante.
En la intención de no ofender a nadie con el contenido la obra de Abrantes deriva en un espectáculo aburrido y superficial que falla además a la hora de establecer momentos notables de suspenso.
Para el momento en que se revela el giro sorpresivo de la historia, durante el segundo acto, la película perdió su atractivo y luego llega el clímax realizado a las apuradas que termina por sepultar el mínimo atractivo que tenía el argumento.
Una pena ya que el concepto de horror y fantasía que proponía no era malo pero la dirección del cineasta portugués convirtió al material en una experiencia olvidable.