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Kill: Un soporífero collage de tortura porno

En 1995 un soldado gurkha de la India que viajaba en tren hacia la localidad de Pune se enfrentó solo, armado apenas con un cuchillo, a una banda de ladrones que tomó como rehenes a los pasajeros.

Entre ese grupo de personas se encontraba el director Nikhil Nagesh Bath, quien décadas más tarde creó la película Kill inspirado por la experiencia traumática que vivió.

La ópera prima del artista tiene un concepto argumental atractivo que termina saboteado por su falta de experiencia en el género y los nefastos vicios del cine indio y su perpetuo apego al melodrama exagerado.

Al menos en esta oportunidad, en la que intentaron acercarse al mercado internacional, tuvieron el decoro de no contaminar el relato con coreografías de baile y secuencias musicales.

La película llega los cines inflada por un sector de la prensa norteamericana que con una impunidad absoluta comparó esta producción con John Wick y The Raid.

Más allá que esas propuestas no inventaron el género de acción la obra del director Bath está muy lejos de alcanzar ese nivel de jerarquía.

La idea de desarrollar una película de estas características dentro de un tren como único escenario es muy ambiciosa ya que demanda un alto grado de ingenio por parte del director a la hora de usar el espacio limitado.

Hace poco David Leitch (The Fall Guy) presentó un buen trabajo en Bullet Train donde supo aportarle creatividad a las coreografías de pelea para que no se vean todas iguales.

Por el contrario, en Kill la oferta del director Bath se limita a la fórmula de piñas, patadas, cuchillo y sangre.

En consecuencia, después de 20 minutos el espectáculo se vuelve tedioso debido al contenido redundante de las secuencias de acción.

El director intenta emular el estilo caótico de peleas que Paul Greengrass implementó en la saga de Jason Bourne con una ejecución chapucera donde no se le cae una idea más allá de la violencia extrema y el gore.

Para el momento en que en la trama empieza a construir el clímax Kill se convirtió en un ejercicio soporífero de tortura porno sadista que remite a los primeros trabajos de Eli Roth.

En este contexto no ayuda que el protagonista sea una figura de telenovelas que resulta poco creíble en el rol de soldado de elite y mucho menos su sidekick, quien parece un barista hípster de Starbucks y cuesta imaginarlo como integrante de los famosos Black Cats, la unidad india de contraterrorismo.

A todo esto se suma además el insufrible melodrama exagerado, típico de las producciones indias, con escenas que parecen salidas de una telenovela de Andrea del Boca de los años ´80 o un sketch de Diego Capusotto.

Pese a todo hay una buena noticia.

Actualmente se encuentra en producción la remake norteamericana de Kill que será desarrollada por la productora de Chad Stahelski (John Wick) y probablemente corregirá todas las falencias de la propuesta india que le impidieron ofrecer una mejor película.

En lo personal me pareció un bodrio infumable y no la puedo recomendar.

Calificación: C-

3 comentarios en «Kill: Un soporífero collage de tortura porno»

  • «Una buena noticia, se viene la remake holywoodense».
    Si querias decirnos que un asteroide va a destruir la tierra en los proximos dias, podrias haber sido menos criptico por que costo sacarla.

  • Que impresionante historia,da para tremenda película que posiblemente es la que de Chad Stahelski, mientras que está,aún con todos los comentarios positivos que leí,confío más en tu reseña,espero reírme al menos con el aspecto telenovelesco ¿Hay alguna muerte creativa o por ese lado tampoco zafamos?

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