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Kumiko, the Treasure Hunter

Los hermanos Zellner integran una de las duplas de realizadores más interesantes que surgieron en la última década dentro del cine independiente norteamericano.

Sin embargo hasta el momento no pudieron conectar con el público general, pese a que sus obras cosecharon elogios en festivales y recibieron el apoyo de cineastas consagrados como Alexander Payne y Werner Herzog.

El problema no pasa por el contenido de sus filmes que suelen tener una recepción positiva sino que las distribuidoras que manejan sus proyectos se quedan cortos con la difusión.

Un claro ejemplo que encontramos en Kumiko, the Treasure Hunter, una propuesta que filmaron en el 2014 y recién consiguió más notoriedad el pasado mes de marzo con su reestreno comercial.

Hace un tiempo les recomendé la última obra de ellos, Sasquatch Sunset, una hermosa bizarrada centrada en la figura de Piegrande que para variar no llegó a tener distribución internacional.

La propuesta de Kumiko no tiene desperdicio y ofrece una propuesta inspirada en una leyenda urbana  que fue popular en los primeros años del nuevo siglo.

En noviembre de 2001 una mujer japonesa llamada Takako Konishi apareció muerta en la región de Dakota del Norte, en los Estados Unidos.

La realidad fue que la joven se suicidó tras una severa depresión que padeció luego de perder su trabajo en Tokio.

En la prensa estadounidense, por alguna razón que cuesta entender, inventaron que Konishi murió mientras intentaba encontrar el botín de dinero que el personaje de Steve Buscemi escondía en la película Fargo.

De ese modo nació la leyenda de una fanática del film de los hermanos Coen que estaba convencida que la historia era real.

A partir de esa premisa los hermanos Zellner crearon la trama de Kumiko que toma elementos de ese caso para elaborar una producción donde la comedia absurda se fusiona con el drama psicológico y el cine de aventuras.

Rinko Kikuchi, recordada actriz de Babel, la obra de Alejandro González Inárritu por la que fue nominada al Oscar, encarna a una joven que se desempeña como empleada administrativa en una compañía japonesa.

Sus compañeros de oficina la tratan como una freak, su madre la presiona para que busque un marido y las únicas alegrías provienen de su conejo Bunzo y la afición a la búsqueda de tesoros.

Un día encuentra en una cueva un vhs de Fargo y tras ver la película numerosas veces llega a la conclusión que la historia es real y en la localidad de Dakota del Norte se encuentra el botín que escondió el personaje de Buscemi.

El viaje de la protagonista a Occidente dispara una propuesta delirante, por momentos surrealista, que lidia con temáticas serias como la soledad y el escapismo.

También se presenta una exploración interesamte de la alienación mental que padecen muchos japoneses producto de los mandatos tradicionales que se imponen en la sociedad de ese país.

David Zellner, a cargo de la dirección, consigue el balance adecuado entre la comedia y el drama para elaborar una película que resulta cautivante más allá de sus excentricidades.

Tal vez no es un cine popular destinado a todos los públicos pero quienes busquen ver algo diferente al tipo de materiales que ofrece la producción hollywoodense creo que no saldrán decepcionados.

Si no la vieron valen la pena darle una oportunidad.

Calificación: B +

2 comentarios en «Kumiko, the Treasure Hunter»

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