Dragonkeeper: Una buena de animación independiente
Lo primero que tenés que saber de esta película es que no es una producción infantil destinada a niños pequeños.
Si buscás información en internet sobre este título vas a encontrar numerosos comentarios de padres indignados cuyos hijos terminaron aterrados o salieron llorando del cine.
Aunque parte de esas opiniones provienen de espectadores que suelen limitar el género a las películas de góndolas de supermercados de los Minions, las campañas de marketing engañosas también tienen su responsabilidad.
La trama de esta co-producción entre España y China proviene de la saga literaria Dragonkeeper, de la autora australiana Carole Wilkinson, que suele ser recomendada para lectores desde los 12 años, ya que está clasificada como una propuesta juvenil.
Para niños más chicos la experiencia puede resultar complicada debido a las numerosas escenas de exposición y cierto contenido turbio que incluye el descuartizamiento de un dragón, villanos aterradores y situaciones de maltrato infantil.
El film de los directores Salvador Simó y Li Jiamping está dirigido principalmente al mercado asiático donde esta clase de contenidos se toma como una propuesta para toda la familia.
En el continente americano, contaminado por el exceso de corrección política, este enfoque narrativo tiene una recepción diferente pero eso no la convierte necesariamente en una mala película.
En los años ´80 esta clase de cine de animación lo encontrabas a menudo en las obras de Don Bluth (Todos los perros van al cielo) o clásicos de Disney como El caldero mágico.
En ese sentido Dragonkeeper sólo en sus primeros 20 minutos toma más riesgos artísticos que The Wild Robot en su hora y media de duración y la filmografía de Pixar…
Bueno, desde su fundación en 1986.
La trama tiene como protagonista a Ping, una niña esclava con más dignidad que las heroínas woke del Hollywood actual, quien está destinada a salvar a una raza de dragones místicos en la antigua China.
El argumento no cuenta con personajes cómicos y desarrolla una aventura de fantasía con un marcado tono dramático que no solemos encontrar a menudo en las producciones americanas.
Para tratarse de una obra gestada por estudios independientes desde los aspectos visuales se presenta una obra muy digna que sobresale por la puesta en escena del mundo de fantasía que ambienta la historia y la representación de los elementos mitológicos.
Entre los aspectos negativos se puede resaltar que a los directores se les va gran parte del relato en secuencias de exposición que introducen al público a este mundo de fantasía.
Motivo por el cual queda la sensación que la aventura de la heroína resulta demasiado corta y acelerada.
Tampoco ayuda demasiado una resolución abrupta que tiene la finalidad de vender una futura entrega.
Con todas sus debilidades La leyenda del dragón no deja de ser una propuesta de fantasía amena que al menos hace el esfuerzo de ofrecer algo diferente del cine mainstream hollywoodense.
