Las Bridas: Una de terror en el teatro
FUNCIÓN DESPEDIDA ESTE SÁBADO 30 DE NOVIEMBRE.
Teatro Belisario. Corrientes 1624. 21 Horas.
Una propuesta distinta relacionada con el género de terror para disfrutar en el teatro.
Como espectador soy la peor pesadilla que existe para un director que trabaja en este arte porque por lo general me cuesta engancharme con propuestas dentro de este medio.
Puedo disfrutar de los grandes musicales, onda El Fantasma de la Ópera, pero dentro de otros géneros me tiene que atraer la historia para que me siente en una butaca a verla.
Si no me engancha con algún elemento original por lo general suelo aburrirme.
La Bridas es una obra de terror que me gustó y disfruté mucho, por eso se las quería recomendar para que la vean este fin de semana en su función despedida.
La obra de Julieta De Simone estuvo dos años en cartel y se destacó por brindar una propuesta completamente diferente dentro de la cargada cartelera porteña.
En un punto eso es lo que hizo tan especial a esta obra. Es distinta y por eso me gustó.
Una producción independiente que en un punto trajo de regreso el terror a sus fuentes.
Los orígenes del horror en el mundo del espectáculo se remontan a 1897 en los célebres espectáculos del Teatro Guignol, en Francia, donde se presentaron las primeras obras de este tipo como «The White Devil», de John Webster que lograban asustar al público de ese momento.
No referimos a obras que tenían escenas sangrientas y generaban un alto impacto en los espectadores. El gore nació con el Teatro Guignol y muchas décadas más tarde se trasladó al cine, en los trabajos de un señor llamado Herschell Gordon Lewis (Dos mil maníacos).
Ahora bien, en una época en la que no había tantos estímulos visuales estas propuestas eran un camino para trabajar el género.
Hoy en pleno siglo 21 hacer terror en el teatro es un emprendimiento extremadamente difícil y por eso disfruté Las Bridas, ya que consigue engancharte como espectador con un cuento clásico de posesiones demoníacas.
Una historia que en los personal me recordó bastante a los cuentos de horror góticos de Elizabeth Gaskell, quien solía trabajar con esta clase de historias.
La trama se desarrolla a fines del siglo 19 en una casa de campo habitada por una familia donde los dogmas religiosos tiene una fuerte presencia en la vida de las protagonistas.
El mundo de estos personajes se ve afectado por la llegada de unas primas de Buenos Aires que tuvieron que dejar su hogar luego de que la vivienda se incendiara.
Con la aparición de las misteriosas mujeres entra en la casa una entidad sobrenatural que busca nuevo cuerpos para poseer.
Lo que me encantó de Las Bridas es que la obra te pone en clima antes que comience la función y eso me pareció fabuloso.
Cuando te habilitan la entrada a la sala y tomás contacto con el escenario enseguida se crea la atmósfera perfecta para disfrutar de un cuento de horror con un muy buen diseño de producción en el escenario y la iluminación perfecta del lugar que prepara el terreno para el relato que se viene.
Más allá de la puesta en escena, Las Bridas es una obra que se destaca por el tremendo trabajo de las actrices, donde sobresalen especialmente Pilar Boyle y Celeste Monsú, como la primas de la ciudad que logran ser aterradoras.
La trama tiene un par de momentos gore con algunas escenas escabrosas donde no falta inclusive un exorcismo.
Me gustó también la manera en que la actrices utilizaron el espacio físico del escenario.
La primas psicópatas, que como mencioné dan un poco de miedo, me sorprendieron con la irrupción en el escenario porque no tenía ni idea por donde iban a aparecer y la escena en la que se presentan por primera vez es muy buena.
La obra me pareció que está muy bien llevada y logra atraparte en el cuento que presenta.
Uno logra engancharse con la situaciones que viven los personajes y es genial poder disfrutar de un cuento de este tipo a través de un medio que no estamos acostumbrados a experimentar quienes nos gustan este tipo de propuestas.
La obra se apoya principalmente en las actuaciones del reparto que son la que crean esas atmósfera de horror que hacen de Las Bridas una propuesta especial.
El terror es muy, pero muy difícil de trabajar en el teatro y por eso valoro el esfuerzo que hicieron en este proyecto y se los recomiendo.
Después de ver la obra contacté a la directora Julieta De Simone para hacerle las siguientes preguntas sobre Las Bridas.
-El terror no es un género que abunde precisamente en la cartelera teatral. De hecho, la única obra que hay sobre esta temática en la Avenida Corrientes actualmente es la tuya. ¿Qué fue lo que más te atrajo de trabajar el tipo de historia que propone Las Bridas en el teatro?
–Yo creo que lo que más me interesó al meterme en el cauce del terror fue el grado de dificultad que planteaba el género. De chica no me dejaban mirar esas películas, así que me consideraba una ingenua en la materia. De todos modos, conocía, como los conocemos todos, los estereotipos, su condición de género menor, esas historias pavotas de chicas lindas en bombacha que se lanzan alegremente en las aguas ante la mirada enloquecida del asesino. Yo creo que es imposible hacer terror en teatro. En el teatro independiente, ni te digo. Por eso me metí en este lío. No hay escenario, ni una planta de luces imponente que pueda intervenir con efectos el espacio, el espectador está a un metro de distancia de la ficción. No hay trucos de cámara, ni ediciones, ni efectos especiales. Solo contamos con un puñado de actores, una historia muy simple y dos años de mucho trabajo para encontrar esos lugares que convoquen los miedos atávicos de todos nosotros.
-¿Cúal fué el mayor desafío que te presentó la obra al trasladar este relato en un medio teatral?
-Estamos acostumbrados a odiar o amar el terror en las películas. Todos, en mayor o menor medida, nos criamos con ese paradigma. Y salvo notables excepciones, El bebé de Rosemary, Funny Games, El resplandor, entre otras, el terror como género siempre está instalado en un imaginario que lo desestima, que lo instala entre los géneros “menores”. Como si una muy buena película de terror nunca pudiera alcanzar el prestigio de una gran película. Y como si, en el canon de lo que “hay que ver” el terror se quedara sin espacio. Si además, en el caso de Las Bridas, le sumamos que se trata de una obra de teatro independiente que transita por una matriz de terror, el desafío ante tantos prejuicios es aún mayor.
También es cierto, que hay un segundo desafío, ya que en la “traducción”, en el traspaso de un género prioritariamente cinematográfico al teatro, sin efectos especiales, sin los recortes que ajusta la cámara, sin planos detalle, sin montaje ni edición, el riesgo de pifiarla es grande. Lo que Las Bridas intenta instalar es una atmósfera que deja zonas veladas, un relato que deja pistas abiertas para que el espectador vaya armándose el mundito, y pone el acento en el trabajo que opera la actuación. La actuación en Las Bridas produce permanentes reacciones en el espectador – algunos espectadores se desmayaron durante las funciones – justamente porque la cercanía entre actores y público, vaciada de artificios produce un tipo de presente e inmediatez que acentúa el cauce del terror.
-Lo menciono en la nota. Toda la ambientación del escenario y el tono de la historia en general me remitió muchísimo a los cuentos clásicos de fantasmas y posesiones demoníacas de Elizabeth Gaskell, la más grande autora y pionera del terror gótico.
¿Tenés algún referente especial, ya sea de la literatura o el cine, dentro del género de terror que te guste particularmente o te haya enganchado por alguna razón?
-Mirá, a Elizabeth Gaskell me la nombraron en un par de entrevistas, y yo aún no leí nada de ella. En el verano me la voy a leer…Mis referentes inmediatos son Poe y Lovecraft. Ellos son parte de mi familia literaria, digamos. Pero también, en esta obra aparecieron otros familiares, Borges y Umberto Eco, que fueron como una especie de maestros de ceremonia que me llevaban a pensar en logias secretas, misterios inconclusos, devenires místicos… ciclos infinitos y rituales. Con la llegada de Iolta Worzo a Las Bridas, llegó su biblioteca y su recorrido, así que de su enorme aporte literario, le quedó el extravagante rol de “guía espiritual”.
Sus libros «El legado mesiánico«, de Baigent, Leight, Lincoln. «Las sociedades secretas», de Hutin. Un par de manuales de ocultismo. «El secreto final de los Iluminados», Wilson. «El misterio de las catedrales«, de Fulcanelli. Entre muchos cuentos y relatos del género. Dentro del cine, de La cinta Blanca, está la época y cierto mundo austero, y mucho de ese ámbito rural en donde nada se puede decir por miedo al castigo, de Funny Games de Michael Haneke, está ese momento en el que la lata aparece, como presencia de algo que está ahí donde se supone que no hay nada. De El bebé de Rosemary, está el momentito en el que Mía Farrow se ve por primera vez en la imagen que le devuelve la tostadora. Comiendo un pedazo de carne cruda…
–Uno de mis momentos favoritos de la obra es cuando se presentan las primas de la ciudad que tienen un aspecto totalmente aterrador. Las actrices Celeste Monsú y Pilar Boyle están excelentes en esos personajes.
¿Ya habías trabajado con ellas? Contame como fue el proceso de casting, sobre todo para esos personajes.
-Las actrices me habían pedido que las dirijera en un espectáculo que a mi no me interesaba, así que les sugerí escribir una obra, les mostré 6 ideas posibles, y ellas (todas) eligieron un relato de terror. Yo estaba condicionada por sus cuerpos, la historia debía salir de allí. Al principio, no quería estigmatizar a ninguna en ningún rol. Les di a elegir, pero algo no cerraba.
Entonces, a medida que pasaban los ensayos, yo las iba cambiando de personajes. Así fue que probando, en función de llevar más lejos los hilos de tensión de la obra, fuimos encontrando un personaje para cada actriz. Con las demonias el desafío era complejo, cómo evitar que circule aquello que tenemos muy incorporado culturalmente, en relación a los personajes malignos, y por otro, una necesidad imperiosa de dejar que libremente fluyera un modo de “ser demonias” que se pudiera correr de los casilleros del género. Trabajamos a partir del contact con Andrés Molina, buscando el desplazamiento y el modo de estar y escuchar en escena. Y de toda esa búsqueda, fueron apareciendo modos de hablar en Amelia y modos de comportarse en Amalia.
–Las Bridas tiene algunos momentos de gore dignos del viejo Teatro Gignol, donde nació en definitiva el terror en el mundo del espectáculo.
¿Tuviste en estos dos años en que la obra estuvo en cartel alguna experiencia loca con los espectadores?
Te lo pregunto porque en mi vida vi algo así en el teatro e intuyo que alguna reacción en el público debe haber generado esta cuestión.
Sí. Llevamos contabilizadas ocho descompensaciones. De las cuales, siete fueron hombres. Algo de los que hablábamos con un amigo, él decía que no lo asombraba que los hombres se rompieran ante Las Bridas. Decía que el hombre, como bestia cultural, está inhibido de mostrar libremente sus sensaciones, sus percepciones del mundo, y que justamente en esa puja por aquietar cualquier indicio de malestar, quiebran. Siete hombres han quebrado. Subidas y bajadas de presión, vómitos, desmayos, ataques de sudor, ahogo.
Con los que pude hablar, decían “no sé qué me pasó”. Incluso, salvo uno que no tuvimos noticia de su paradero, los restantes, volvieron a ver la obra. Como si todos necesitaban hacer la prueba de ver una función entera. Tal vez allí, también se esconda otra imposición cultural, “soy hombre, yo puedo”.
La única mujer que pasó al libro de emergencias médicas, fue más original en su desbarranque. Faltaban 5 minutos para terminar la función. Se paró, tomó coraje y salió corriendo. 10 minutos después, mandó un mensaje a su amiga que seguía en el teatro: “me olvidé la mochila, vuelvo en 10 minutos”. En el teatro buscamos sin éxito la mochila. Raro. Quién podía ser tan mal parido de robarse una mochila y salir corriendo de un teatro independientE. 10 minutos después, un nuevo mensaje de celular decía “no vuelvo, tengo la mochila puesta”….
Gracias Julieta De Simone.
No se pierdan este sábado la función despedida de Las Bridas en el teatro Belisario, Corrientes 1624 a las 21 horas.
Hola Hugo, buscando lugares para hacer yoga me encontré con tu publicación sobre el Arte de Vivir. Me gustaría que me recomiendes algún lugar serio por capital federal para tomar clases de yoga y no caer en una institución dudosa.
Gracias.
Hola Julieta, este es un lugar que te recomiendo.
https://www.facebook.com/pages/Bodhichita-Yoga/135784313123535
Saludos.
Hugo perdon por el off topic entre a imdb y vi el trailer de la jueva pelicula de tarzan…
QUE CARAJO ES ESO?
Una película horrible de animación computada. Ya hice un post en el otro blog.
La verdad que se ve muy mal.