El asesino del tablero de ajedrez
Moscú, Rusia, primavera de 2003.
En un punto consideraba que su tarea era humanitaria.
De alguna manera era la única persona que velaba por ellos y los ayudaba a encontrar una vida mejor.
Tenía el poder de abrirles la puerta a un nuevo mundo donde tendrían una segunda oportunidad.
En aquellos momentos dejaba de ser una persona corriente para convertirse en Dios y decidir quién vivía o moría.
No sentía furia hacia ellos, por el contrario, los veía a todos como sus hijos a los que ayudaba a tomar contacto con otra existencia.
Bueno, tenía que admitir también que le gustaba el sonido particular que se producía al romper un cráneo. Una de las grandes gratificaciones que le brindaba su tarea.
Hacía rato que lo estaba observando desde su departamento.
El vagabundo estaba sentado en un banco cerca de la parada de micros. En la última hora había estado fumando y bebiendo en el lugar.
Era uno de sus «hijos». El lugar estaba colmado por personas que iban y venían por las calles o se detenían en la parada para tomar el transporte.
Tenía que esperar y eso no era un problema porque tenía todo el tiempo del mundo.
Una hora después la parada quedó despejada y decidió entrar en acción.
No era difícil entrar en confianza con los indigentes. A menudo se prestaban a escuchar lo que tenía para decirles y solían estar bien predispuestos para conversar.
Ninguno se negaba a compartir un trago de vodka y eso siempre le facilitaba las cosas.
Abandonaron el banco para dirigirse al parque Bitsa. El olor a mierda que tenía el vagabundo era insoportable y en un momento dudó de seguir adelante con su tarea.
Entonces se dio cuenta que estaba en la senda correcta. El mundo no iba a extrañar a una escoria de ese tipo que no servía para nada.
Mientras se adentraban en el parque le preguntó al vagabundo cuál sería su máximo deseo en la vida si supiera que se lo podían conceder.
-Dejar de beber -respondió el indigente.
-Yo te prometo que hoy vas a dejar de beber para siempre -le dijo a su «hijo» mientras se aseguraba que estaban en el lugar adecuado.
El hombre le dio la espalda unos instantes y en ese momento aprovechó para sacar el martillo que llevaba escondido en su abrigo.
Nunca les daba un golpe mortal en el cráneo.
Eso no tenía sentido. Quería que estuvieran conscientes para que sintieran lo que les esperaba.
Nadie volvió a ver al vagabundo otra vez y el misterio se acrecentó. Desde el 2002 que estaban desapareciendo personas en el sur de Moscú y las autoridades no hacían nada. Era como si la tierra se los hubiera tragado.
¿Sería obra de la Mafia? ¿Los chechenos? Nadie tenía la respuesta.
15 de octubre de 2005.
El parque Bitsa es uno de los espacios verdes más grandes de Moscú. Cubre una área de 18 kilómetros y es atravesado por los ríos Chertanovka y Bitsa.
Es el doble de grande que el Central Park de Nueva York y alberga más de 500 especies de plantas y 78 clases distintas de aves.
Denis Adamenko fue el primer detective en llegar al lugar del crímen. Tenía más de 30 años pero su rostro juvenil le hacía aparentar menos edad y si alguien se lo cruzara por la calle difícilmente lo asociaría con la unidad de élite de Crímenes Mayores de Moscú.
Cuando un miembro del equipo era convocado se debía que a que la escena del homicidio no era un asunto cotidiano de inseguridad o vandalismo.
Dennis había visto cosas terribles en su carrera pero el panorama que encontró aquel día en el parque Bitsa no tenía precedentes en su trabajo.
El cadáver yacía tirado entre unas hojas. Nikolay A. Vorobyov, 31 años.
La escena era bastante grotesca. Los restos del cerebro de Nikolay estaban desparramados en el piso y una botella de vodka se encontraba clavada en su cráneo.
En ese preciso momento el detective Adamenko supo que había aparecido un nuevo asesino serial en Moscú y los próximos meses de su vida iban a ser agitados.
No se equivocó.
Un mes después volvió a aparecer otro cuerpo en el parque. Dos semanas después otro y a los pocos días otro más.
Para diciembre de 2005 los homicidios sumaban siete y todos presentaban las mismas características.
Eran hombres cuyas cabezas habían sido masacradas a golpes y en el cráneo siempre se encontraba clavado un palo o una botella.
El caso quedó a cargo de la unidad de élite de homicidos liderada por Andrei Suprunenko.
Un hombre delgado y calvo cuya apariencia poco tiene que ver con los detectives del cine.
Suprunenko era un policía implacable que estaba acostumbrado a lidiar con delincuentes peligrosos y figuras del mundo de la Mafia.
Cuando el caso era complejo su unidad se encargaba de liderar la investigación.
El asesino no les daba respiro y los cadáveres empezaron a aparecer con mayor frecuencia. Moscú se vio invadida por el pánico y los medios no tardaron en cubrir el caso y darle un apodo al criminal.
«El maníaco de Bitsa» se convirtió en la noticia principal de Rusia.
Los detectives Suprunenko y Adamenko se encontraba frente a una verdadera pesadilla.
La presión de los medios se sumaba al hecho que no tenían ninguna pista concreta que les pudiera permitir conseguir un sospechoso.
El asesino era extremadamente cuidadoso a la hora de cometer los crímenes y encima se enfocaba en indigentes.
El simple hecho de intentar identificar una víctima podía llevarles días porque se trataba de personas marginales que estaban indocumentadas y no tenían familiares o amigos. Eran tipos que vagaban por uno de los parques más grande de Rusia.
A diferencia de otros homicidios donde se puede llegar al asesino al investigar la vida de la víctima en este caso la policía se encontraba en un callejón sin salida.
Desde la historia del carnicero de Rostov, Andrei Chikatilo (crónica previamente publicada en el blog), que la policía rusa no enfrentaba una situación tan compleja.
Suprunenko iba a necesitar toda la ayuda posible y tenía que reunir a los mejores hombres de la fuerza en su equipo.
En materia de ciencia forense, el profesor Vladimir Vorostov es la máxima eminencia del departamento de policía ruso.
Con más de 40 años de experiencia en el campo, Vorostov había trabajado en los casos policiales más notables de ese país.
Los estudios forenses de las víctimas del parque Bitsa resultaron muy limitados. Los cráneos aparecían completamente destruidos y no pudieron conseguir grandes pistas.
Sin embargo, el profesor Vorostov encontró un detalle muy particular.
Todas las fracturas de los cráneos parecían haber sido causadas por un objeto que tenía una arista en forman de ángulo.
El asesino siempre utilizaba la misma herramienta y todo parecía indicar que se trataba de un martillo.
Se abrieron dos líneas de investigación.
Cerca del parque Bitsa había un hospital psiquiátrico y no se descartó que un paciente que se hubiera escapado del lugar fuera responsable de los crímenes.
Por otra parte también se investigó la posibilidad que el criminal en realidad fuera de sexo femenino, ya que todas sus víctimas eran hombres. Todo era posible y hasta contemplaban la idea que pudiera ser un chico.
La hipótesis del hospital psiquiátrico se cayó enseguida. Cada empleado y paciente fueron investigados y no pudieron encontrar ninguna prueba para identificar a un sospechoso.
Los cadáveres seguían apareciendo y la policía no tenía nada concreto.
Lo único que podían hacer era aumentar la vigilancia del parque que era el escenario de los crímenes.
Se asignaron 200 agentes al lugar que caminaban por los bosques de Bitsa tratando de encontrar algo sospechoso.
Sucedió durante un típico día de rutina.
Los agentes tenían la orden de detener e identificar a cualquier persona que presentara una actitud sospechosa. Durante semanas no se reportó nada inusual en los distintos sectores del parque
Dos policías estaban conversando en uno de los caminos donde transitaba la gente cuando la vieron.
Era una mujer que parecía estar nerviosa y caminaba a paso agitado.
Dentro de la rutina que habían tenido los agentes en la zona esa era la primera situación extraña que habían encontrado y decidieron entrar en acción.
Uno de los policías llamó a la mujer pero ella los ignoró.
Trataba de cubrirse con sus manos el rostro y aceleró su paso.
El policía entonces le gritó que se detuviera pero la mujer comenzó a caminar más rápido y ellos corrieron hacia ella.
Usaba tacos altos y le resultó imposible escapar de los dos hombres que la alcanzaron fácilmente.
La mujer se resistía a ser detenida y empezó a pelear para que la soltaran. Mientras los agentes la inmovilizaron para que se quedara quieta la peluca que cubría su cabeza se cayó al piso.
No era una mujer sino un travesti.
El hombre, que estaba maquillado y vestido como una mujer, ahora parecía asustado y los agentes lo interrogaron.
Estaba muy nervioso y se negaba a ser identificado.
Uno de los policías entonces tomó el bolso que llevaba el travestido para encontrar algún documento.
No tuvo suerte.
El bolso estaba vacío y el único elemento que contenía era un martillo.
CONTINUARÁ…
Lo primero que hice fue bajar para no encontrar esas palabras pero si estaban CONTINUARÁ… maldición. Gran cronica Hugo bienvenido.
Uffff algo leí del asesino del tablero de ajedrez, pero con tu relato Hugo es otra cosa totalmente distinta! La imaginación de la situación levanta vuelo instantáneamente!
Esperando la 2da parte 🙂
Me encantan estos articulos periodisticos al estilo Capote… No puedo esperar a la continuacion!
¡Volvieron las crónicas policiales! ¡síiiiiii!
Como se extrañaban las cronicas!!
Excelente comienzo de año!!!
A la espera de ver como continua…
Felicitaciones y saludos
volviste afiladisimo! que bueno tenerte de vuelta,hugo!
saludos!
Enhorabuena por la vuelta de las crónicas Hugo! Parece que va a ser un gran año para el blog. Podrías poner el link a la nota de la crónica del carnicero (así se llega mas fácil)?
Espero con ansias la continucación.
Saludos!
Gracias!
Buena idea!
Para los que no la leyeron en el 2009 o no la recuerdan esta es la historia del carnicero de Rostov, Andrei Chikatilo.
Una historia que está vinculada con la del asesino del ajedrez, por lo que recomiendo repasarla.
(Primera parte) http://www.hugozapata.com.ar/2009/03/andrei-chikatilo-el-carnicero-de-rostov/
(Segunda parte)
http://www.hugozapata.com.ar/2009/03/andrei-chikatilo-la-bestia-de-rostov/
(Tercera parte)
http://www.hugozapata.com.ar/2009/04/andrei-chikatilo-la-bestia-de-rostov-2/
como la pegue con lo de la foto!!!!!!!!
te conozco las mañas huguito!
Welcome back Hugo! Siempre que leo una cronica me pregunto lo mismo: Para cuando el libro!????
Bienvenido Hugo! Qué gusto comenzar el 2014 con esta interesante historia. Espero atenta la próxima parte! Saludos!!
me encantan, espero las partes q siguen!