Allan Ginsberg: El mutilador de Sidney
Segunda parte.
Imaginá que asistís al funeral de un compañero de trabajo y días después te encontrás con la persona muerta en la calle que se acerca a saludarte.
¿Cómo reaccioanarías?
John McCarthy casi se muere de un infarto. Allan Breenan su compañero del correo estaba vivo.
Entonces ¿Quién era el cadáver al que habían enterrado?
Allan por su parte no entendía nada. Los dos hombres se dirigieron a un bar para aclarar la situación.
Cuando McCarthy le explicó a Ginsberg que los vecinos habían llamado a la policía por el olor putrefacto que salía de su departamento y la policía catalogó la muerte como un accidente doméstico, el asesino se levantó de la mesa y salió corriendo del lugar.
Algo no estaba bien. La situación no cerraba.
John se dirigió inmediatamente a la policía e hizo una denuncia sobre el error que habían cometido.
Cuando los agentes escucharon que el hombre aseguraba haber tomado una cerveza con un muerto, que había sido enterrado pocos días atrás, se le rieron en la cara y no le dieron importancia.
Por esa actitud, el departamento de policía de Sidney enfrentaría uno de los mayores papelones en la historia de Australia.
McCarthy decidió plantear este tema en los medios.
Joe Morris periodista del Daily Mirror no se rió del hombre y por el contrario le pareció que la historia no era una farsa.
Un día después el diario publicó la siguiente noticia:
«EL CASO DEL MUERTO VIVO»
El artículo era tan bizarro que tuvo un enorme impacto mediático y obligó a la policía a exhumar el cadáver de Allan Breenan.
Un nuevo equipo de detectives se encargó de revisar nuevamente todas las pruebas para evitar que el departamento quedara en ridículo.
No lo consiguieron. Mientras más avanzaron en el trabajo descubrieron la tremenda ineptitud que tuvieron los policía que inicialmente se hicieron cargo del caso.
Una de las pruebas claves fue un saco que pertenecía al cadáver. Se trataba de la típica prenda de vestir que el servicio penintenciario le daba a los ex convictos apenas salían de la prisión.
En la etiqueta de la ropa se encontraba un número de serie: 1262.
Las investigaciones dieron como resultado que el saco pertenecía a Patrick Hackett, quien había salido de la cárcel de Long Bay, el 27 de octubre de 1962 luego de pasar diez días detenido por un cargo de conducta indecente en la vía pública.
En el cuerpo de Hackett encontraron heridas efectuadas por un arma blanca en el pene y los tésticulos.
La incompetencia de la policía en el caso era irrefutable. Sin embargo, habían encontrado una pista de vital importancia para detener al mutilador de Sidney.
El cuerpo presentaba un daño similar al que habían sufrido las víctimas anteriores.
La noticia del Daily Mirror tuvo un gran impacto en la opinión pública y con el correr de los días más personas aseguraban haber visto a Allan Breenan en las calles de Sidney.
El mutilador tenía los días contados.
Allan Ginsberg había nacido en 1924 en Liverpool, Inglaterra.
Su infancia fue muy solitaria y no tenía amigos.
La gran bisagra en su vida se produjo a los 19 años cuando ingresó en el ejército.
En ese lugar fue violado brutalmente por un soldado, quien lo amenazó de muerte si hablaba con alguien sobre lo sucedido.
Allan jamás pudo recuperarse de ese hecho, sin embargo, el joven consideró ese ataque como el inicio de su homosexualidad.
Declarado abiertamente gay, luego de abandonar el ejécito tuvo que sufrir constantes humillaciones por su elección sexual.
Al poco tiempo le diagnosticaron esquizofrenia y fue internado en un hospital psiquiátrico donde lo trataron con terapia de electro shock.
En 1949 emigró a Canadá donde cambió su nombre por el de William MacDonald.
Podría haber modificado su identidad pero eso no le cambió la vida.
En 1955 se radicó en Australia y al poco tiempo fue detenido por manosear a un policía en la ciudad de Adelaide.
Luego de conseguir trabajo como obrero en el campo de la construcción fue golpeado por sus compañeros debido a sus conductas amaneradas.
Muchas veces lo humillaron cortando con cuchillos sus pantalones o pinchándole las gomas de su bicicleta.
La furia y frustración que tenía contenida estalló finalmente en 1960 en el estado australiano de Queensland.
Alan conoció a Amos Hurst, de 55 años, en la estación de Roma Street y luego de conversar un rato acompañó a su nuevo amigo hasta su hotel para beber unos tragos.
Ginsberg no tenía intenciones de matar a Hust cuando lo acompañó a la habitación, pero el deseo de violencia era más fuerte que él.
Amos estaba tan borracho que no pudo reaccionar cuando el asesino comenzó a estrangularlo.
La presión del cuello causó una hemorragia y de la boca de Hurst empezó a salir sangre. Ginsberg lo golpeó en la cara y acabó con su vida.
Se limpió sus manos manchadas y se retiró de la habitación como si nada hubiera ocurrido.
Estaba aterrado. Sabía que la policía lo atraparía en cualquier momento y todos los días compraba varios diarios para ver si la noticia de la muerte de Hurst salía publicada.
Cinco días después del crimen, Ginsberg encontró a su víctima en la sección de los obituarios.
De acuerdo al diario, la muerte se había poducido por un ataque cardíaco.
En enero de 1961 se mudó a Sidney donde cambió su nombre otra vez por el de Allan Breenan y comenzó a trabajar en el correo.
La mutilaciones surgieron poco después y en cada crimen que cometía el piscópata descargaba su furia contra el violador que le había arruinado la vida.
El 6 de noviembre de 1962, Allan se dirigió al bar Wine Palace, ubicado en el centro de Sidney, para buscar una nueva víctima.
Allí conoció a Patrick Hackett, una ladrón de poca monta, que había salido de la cárcel un tiempo atrás.
Ginsberg se llevó el hombre al departamento que tenía ubicado arriba de su negocio de sandwiches.
Siguiendo siempre el mismo patrón de conducta, cuando Hackett se quedó dormido por la borrachera, Allan tomó un cuchillo y lo empezó a apuñalar.
Golpeó el cuerpo con tanta violencia que dañó el arma. Intentó mutilar el pene y los tésticulos del hombre pero el cuchillo ya no servía.
Se rindió y decidió dejar el trabajó incompleto. Estaba cansado y prefirió irse a dormir.
Al otro día tomó conciencia del desastre que había causado y las condiciones en que se encontraba su departamento.
Había sangre por todas partes. No abríó su negocio y se tomó el día para limpiar el lugar.
Dejó el cadáver en una cama, hizo sus valijas y se alejó de su casa aterrorizado porque la policía se presentara en su casa.
Ginsberg viajó a la ciudad de Brisbane para luego dirigirse a Nueva Zelanda.
Los motivos por los que regresó a Sidney no tienen respuesta. Sólo el asesino sabe porqué tomo esa decisión.
Queda claro que si se hubiera quedado en Nueva Zelanda sus crímenes nunca hubieran salido a la luz.
Pocó después que salió la nota del Daily Mirror y la policía descubrió la identidad del mutilador se publicaron identikits de Ginsberg por todas partes.
Allan modificó su apariencia estúpidamente. Se tiñó el pelo y se dejó crecer el bigote .
Tras el reencuentro con su viejo amigo del correo John McCarthy, quien le reveló la historia de su funeral, Ginsberg viajó a la ciudad de Melbourne donde consiguió trabajo en la industria ferroviaria.
Su nuevo look era tan patético que sus compañeros de trabajo no tuvieron problemas en reconocerlo cuando se hizo público el identikit y avisaron a la policía.
El día que fue a cobrar su pago semanal finalmente lo detuvieron cuando se presentó en la oficina.
Hacía días que los detectives a cargo del caso lo esperaban en el lugar.
Ginsberg confesó todos los crímenes con detalles de los sucedido en cada caso y manifestó que sus impulsos criminales surgían de los deseos de vengarse por la violación que había sufrido a los 19 años.
En cada hombre que mataba él veía al soldado que lo había atacado.
El juicio a Allan Ginsberg fue uno de los eventos medíaticos más importantes que se vivieron en Australia en la década del ´60.
El país se paralizó para seguir el testimonio del asesino, quien relató con detalles escabrosos la cosas terribles que había cometido.
Ginsberg no mostró señales de remordimiento y a la justicia australiana le quedó claro que si el hombre quedaba libre volvería matar.
En 1963, el mutilador fue condenado a cadena perpetua.
Un dato interesante es que en todo estos años Ginsberg, asumió la identidad de William MacDonald y todo el mundo en la prisión lo conoce de esa manera.
Es como que enterró para siempre su verdadera identidad luego de la violación.
En marzo de 2000 el escritor Paul B. Kidd, autor del libro «Never to be realesed«, que cubrió en profundidad este caso, se encontró con el asesino para hacerle una entrevista.
Ginsberg reveló que estaba enfermo durante el período de los asesinatos y que otra persona que vivía dentro de él fue quien cometió los homicidios.
En la entrevista manifestó su arrepentimiento por lo que hizo y sus deseos de morir en la cárcel, ya que siente que no sobreviría cinco minutos solo en el mundo actual.
El 4 de octubre de 2000, el escritor Kidd acompañó al asesino, custodiado por la policía, en su primera salida por la ciudad luego de 40 años de haber estado encerrado.
En la última imagen pueden ver una foto que se tomó del criminal en esa salida.
Allan Ginsberg o William MacDonald, como quieran llamarlo, el primer asesino en serie de Australia, actualmente se encuentra detenido en el pabellón hospitalario de la prisión de Long Bay, donde espera morir en paz.
Muy bueno Hugo. espero con ansias la proxima nota de este tipo y tu libro. saludos
Muy bueno, queremos más!
Muy buena nota! y muy bueno el suspenso que le pusiste ala primer parte! Saludos!
Muy bueno el informe, como siempre. Saludos !
Excelente! Muy buena nota, felicitaciones, y sí, creo que como todos… espero más notas como ésta!! Y ni hablar del libro!. Muy bueno Hugo, segui así que sos bueno en lo que haces!. Un abrazo y un saludo a todos!
De 10 Hugo!! Realmente tenes un comprador asegurado de tu novela!! Ojala salga pronto!
ya se me hacia que el flaco era balin, por algo les cortaba el miembro a sus victimas…
Definitivamente, voy a apoyar tu libro comprandolo, por favor avisa cuando lo saques!
La cronica una vez mas, excelente.
Saludos y felicitaciones.
Aaah siempre el mismo cuento de la violación! A veces parecería que todos se escudan en esa excusa… pst!
Hasta ahora la mejor fue la Bathory, que los mataba porque le gustaba che! Esa es mi ídola!!
(?)
Jajajaja, dejando las bromas de lado, chiflame cuando salga el libro eh, que lo compro seguro. Ya el Samurai también es fanático de tus crónicas policiales!! 😀
Beso
Muy buena nota Hugo, y ponele pila a ese proyecto que te va a ir bien,bueno te lo estamos diciendo nosotros que jugamos de lectores en esta ocasion,y al menos yo soy bastante imparcial en estó y no te voy a mentir si me gusta algo o no.Realmente muy bueno.Saludos.
Muy bueno el desenlace, tremenda historia!! Noticion lo de la novela!!! Yo también me sumo a la PRE-VEMTA! jaajajjaja Espero que te vaya de puta madre con ese proyecto! yo ya me considero un futuro comprador (y te lo dice alguien que no lee absolutamente nada, pero este tipo de historias me re copan, y mas cuando se cuentan de esta forma, escribís muy bien!) TWO THUMBS UP!
Ah, Hugo, me olvide de comentarte. SObre tu libro, si ninguna editorial te lo acepta, podrias publicarlo de manera independiente en Editorial Dunken, o similares. El problema es que hay que poner $$$ pero puede que valga la pena. Veo que aca tenes varios compradores asegurados!
Ja Ja! Si parece que hay un grupo de lectores interesados. Vamos de a poco y veremos lo que pasa.
Tengo una amiga que publico su primer libro («Sábados de super acción») y tiene contactos también, hay varias opciones, pero todo asu tiempo.
Saludos!