Retrospectiva Sherwood: A Challenge for Robin Hood (1967)
Dentro del mundo del espectáculo el nombre de la productora inglesa Hammer está asociado direcamente con el cine de terror, gracias a todos esos clásicos memorables que hicieron entre los años ´50 y mediados de los ´70.
Fuera de ese género, una de las incursiones más exitosas de la compañía a nivel comercial la consiguieron con la trilogía de Robin Hood, desarrollada entre 1954 y 1967.
Si bien las películas no estaban conectadas entre sí tenían la particularidad de ofrecer adaptaciones diferentes de la leyenda inglesa.
Por ejemplo en The Men of Sherwood Forest (1954), Robin tenía un rol secundario y los hombres de su banda eran los grandes protagonistas.
En Sword of Sherwood Forest (1960) explotaron el suceso de la serie de televisión con Richard Greene en una propuesta que lo tenía como protagonista.
La compañía se llevó todos los laureles de la prensa con A Challenge for Robin Hood, que por alguna razón enamoró a los críticos en 1967.
Probablemente por el hecho que todos tenemos nuestra versión generacional del personaje y años después se hicieron cosas mejores, esta película no me pareció tan grandiosa como indica su reputación.
No obstante al analizarla dentro de su contexto histórico se puede comprender por qué le gusto tanto a la gente.
En principio narra una historia de origen que no estaba basada en ninguna fuente literaria y presentaba una representación interesante del héroe.
En este relato Robin es un noble normando (en lugar de sajón como lo determinaba la tradicion) que lleva una vida pacífica hasta que es acusado de asesinar a un primo.
Una conspiración armada por el Sheriff de Notthingham con el fin de apoderarse de las tierras de la familia.
Robin, quien por supuesto es inocente, se convierte en un fugitivo de la Justicia y escapa al bosque de Sherwood, donde termina por liderar una banda de rebeldes.
La trama tiene suspenso y el director C.M.Pennington desarrolla muy bien el arco argumental del protagonista, algo que no era habitual de encontrar en estas películas que por lo general se concentraban directamente en la acción.
Supongo que esta cuestión fue clave en los elogios que recibió en las críticas.
El rol principal quedó a cargo de Barrie Ingham, quien pese al peinado beatnik y las patillas rockeras que no parecían medievales, conseguía encarnar un Robin muy carismático.
En un momento de la historia aparece como un justiciero enmascarado en un claro guión al Green Arrrow de los cómics de DC.
Dentro del reparto los artistas más conocidos fueron James Hayter como el fraile Tuck (personaje que había interpretado en la película de Disney de 1952) y Gay Hamilton como Lady Marian.
La actriz es más conocida por su participación en Barry Lyndon (1975) de Stanley Kubrick y The Duelist (1977, dirigida por Ridley Scott.
En esta película interpreta al personaje más flojo del film, ya que prácticamente la utilizan como un objeto decorativo.
Marian tiene un papel intrascendente en la trama y queda estancada en el rol de la damisela en apuros.
Frente a las interpretaciones previas que tuvo el personaje esta es sin duda una de las peores.
A Challenge for Robin Hood encuentra mejores virtudes en la puesta en escena, donde sobresalen los vestuarios y el diseño de producción.
A partir de esta película comienza un cambio de época para la apariencia de Robin, quien abandonará la mallas ajustadas para tener un aspecto más realista.
En adelante los personajes vestidos con calzas verdes se implementaron para parodiar las versiones clásicas del cine.
Con una duración de 92 minutos el film dura lo justo y necesario para desarrollar una aventura muy entretenida.
Aunque hoy quedó en el olvido al ser opacada por las producciones que vinieron después no deja de ser una rareza de la Hammer muy interesante para explorar.