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Reseña de Wolfwalkers

Calificación: A

Entrega final de la triliogía celta de Tomm Moore, uno de mis realizadores favoritos de la actualidad, quien desde hace más de una década mantiene vivo el espíritu de la animación tradicional frente al génerico cine CGI.

Esta saga comenzó en el 2009 con El secreto de Kells, luego continuó con Song of the Sea y el año pasado llegó a su fin con Wolfwalkers.

Todas estuvieron nominadas al Oscar y en todos los casos perdieron frente las trilladas películas de Disney y Pixar.

El caso más patético fue el de Song of the Sea que perdió frente a Big Hero 6, una película que no podía haber sido más olvidable.

En lugar de estimular a los artistas independientes que le escapan a los lugares comunes y crean obras realmente creativas los premios terminan para la grandes corporaciones.

Probablemente porque luego hay devoluciones de favores con viajes y regalos especiales.

Actualmente hay todo un lío con respecto a esta cuestión y la agrupacion que entrega los Globos de Oro.

Al margen de esta cuestiones, Moore logró cosechar el respeto de sus pares en la industria de la animación y sus obras obtuvieron numerosos premios en festivales de cine.

Si bien las tres películas que comprenden la trilogía ofrecen historias independientes, el punto en común que las une es la mitología celta.

Wolfwalkers retoma un poco ese oscuro y dramático que había tenido El secreto de Kells.

En este caso la trama se desarrolla en un pueblo de Kilkenny en 1650 durante el régimen represor de Oliver Cromwell, un personaje nefasto de la historia inglesa que fue muy polémico por el modo en que persiguió a los católicos y en especial a los irlandeses, a quienes odiaba con pasión.

El argumento se ambienta unos años después de la masacre del Úlster en 1641, donde los nativos irlandeses católicos asesinaron en una rebelión a numerosos colonos que eran protestantes ingleses.

Este hecho derivó luego en una sangrienta represión liderada por Cromwell que terminó con casi un tercio de la población irlandesa asesinada, exiliada o deportada como mano de obra esclava a las Bermudas.

Cromwell prohibió la práctica del catolicismo y ejecutó a los sacerdotes tras confiscar sus tierras.

Un sujeto que cosechó mucho odio y destino final que tuvo se relaciona con esta cuestión.

En 1658 falleció de un problema renal y dos años después,  cuando se restableció la monarquía inglesa en 1660 , con Carlos II, su cadaver fue profanado para ser sometido a una ejecución póstuma.

Es decir, no les bastaba que se hubiera muerto sino que necesitaban vejarlo para vengar todo el mal que había hecho.

Tras ser decapitado su cabeza se colgó en un poste hasta 1685,  donde la gente podía orinarla, escupirla y hacerle todo tipo de tormentos.

Despues de pasar por diversas manos la cabeza recién fue enterrada otra vez en 1960.

Una locura.

Menciono estas cosas porque la película está estrechamente vinculada con el período ocuro de Cromwell y el militar de hecho es el principal villano del cuento.

En este film en particular el director Moore le añade a la narración una enorme dosis de simbolismo que hace alusión a estos conflictos históricos que mencioné.

La persecución a los lobos mágicos representan en un punto a las comunidades católicas y paganas que fueron víctimas del odio puritano de Cromwell.

Sin embargo, la elección de los animales por parte del realizador tampoco fue una simple casualidad.

Los lobos constituyen personajes de una enorme relevancia en la mitología celta y aparecen en numerosos cuentos donde está muy presente el concepto de la transformación en personas humanas.

Por otra parte, durante el régimen de Cromwell se produjo el exterminio de estos animales debido a que eran considerados una amenaza para los negocios de los granjeros.

Los lobos terminaron por desaparecer de Irlanda y en la actualidad hay negociaciones políticas para que los animales sean reintroducidos en la fauna del país.

La trama de Wolfwalkers  tiene como protagonista a una nena inglesa llamada Robyn que viaja a Kilkenny para cazar a la última manada de lobos que merodean en la zona.

Durante la estadía en el lugar conoce a un niña que se transforma en lobo y partir de su relación con ella cambia drasticamente el concepto y prejuicio que tenía por esos animales.

Una  de las grandes cualidades de esta película es el modo en que Moore conecta el relato de fantasía con el contexto histórico, con numerosas referencias que se trabajan con detalles sutiles.

Obviamente las estética de la película sigue siendo el gran gancho de su arte, donde podemos disfrutar de un espectáculo de animación tradicional con esos diseños y escenarios hermosos que parecen salidos de un libro de cuentos.

Al igual que en las películas previas hay una fusión estupenda entre las herramientas digitales y el estilo de realización de la vieja escuela.

Como ocurrió a lo largo de la trilogía, la música es otro de los elementos destacados con esas melodías que ambientan la trama de un modo perfecto.

El grupo celta Kila estuvo a cargo de la banda sonora y la cantante noruega Aurora aportó el tema principal.

Dentro de la saga mi gran favorita sigue siendo Song of the Sea pero esta nueva producción me encantó y es el mejor largometraje animado que vi en el último tiempo.

Hace unos meses Tom Moore expresó en una entrevusta que no habrá continuaciones de estos filmes pero seguirá apostando al estilo de animación clásica con otros proyectos.

El año que viene se estrenará en Netflix My Father Dragon, una propuesta donde ejerció como productor y para el 2023 está previsto el estreno de su próxima película como realizador, The Inventor.

Por lo pronto recomiendo disfrutar Wolfwalkers.

 

 

2 comentarios en «Reseña de Wolfwalkers»

  • La pude ver hace un tiempo y me encantó. Ojo que Soul estuvo muy buena, pero siempre voy a apostar por animación tradicional antes que el CGI. Creo que de las 3, Song of the Sea es la mejor, pero Wolfwalkers estuvo muy cerca de sobrepasarla. Saludo grande!!!

  • Disney lleva robando hace rato con los Oscar a mejor animación

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